jueves, 15 de noviembre de 2007

Carta a María

Este post es en memoria de María, mi amiga de la infancia que falleció en un accidente de tráfico el 18 de julio del 2004, cuando tenia 19 años. Hoy hubiese cumplido 23 años.

"Estaba inquieta, pensaba que te habías ido sin saber lo que pensabas sobre nuestra amistad, pero hace poco apareciste en uno de mis sueños. Fue muy extraño porque te encontré en un camino y me empezaste a hablar como si nada hubiera pasado. Me decías que nunca te habías ido, que siempre habías estado ahí y quizás era yo la que no te veía. Te decía que no, que yo había estado en tu funeral y en tu posterior entierro. Tú insistías en que nunca te habías marchado, que todo había sido una broma, una de esas que tanto te gustaban. Te creía porque me pusiste una de esas sonrisas de complicidad tan comunes en ti. Me encantaba estar juntas porque cualquier problema, te lo tomabas con humor y una conversación contigo siempre terminaba a carcajadas. ¡¡Como eras!!
En ese sueño, yo te contaba lo mal que lo había pasado con tu muerte y los meses posteriores; como no quise verte en tu lecho de muerte, aunque me dijeron que estabas muy guapa (hubieses sido el primer muerto que viera y no estaba dispuesta a que fueras tú); como evitaba y sigo evitando encontrarme con tus padres, porque tanto para ellos como para mí es muy duro el reencuentro y todo lo que ello significa; como recuerdo la sala adyacente a donde te encontrabas llena de coronas de flores en tu honor; a tu hermano pequeño con el que siempre estabas discutiendo roto por el dolor; como sigo teniendo presente todas aquellas imágenes de tu funeral. Me negaba a aceptar lo que había pasado.
Después de convencerme de que no habías muerto, yo me confesaba ante ti y te decía que aunque no nos hubiesemos visto en los dos años anteriores, ya que yo me había venido a Madrid y tú estudiabas en Tenerife, yo te quería un montón y siempre serías mi gran amiga de la infancia, a la cual nunca olvidaría. Con aquella a la que jugaba a las casitas todas las tardes después de que nos fueran a buscar al cole con la señorita Pino ¿la recuerdas?, con la que comencé en preescolar, luego al cole y estuvimos juntas con la señorita Nélida, luego Rosa Mary hasta que de una forma traumática para todos, nos separaron en 5º curso. ¡¡Qué duro fue!! ¡¡Qué tiempos aquellos!!
Tú ante mi confesión, me decías que ya lo sabías, que sabías que yo te quería como a una hermana y me esbozaste una gran sonrisa que me hizo devolvérte otra sonrisa por mi parte.
De repente, se me ocurrió que podríamos sacarnos una foto para volver a recordar todo lo que habíamos vivido juntas ya que te había recuperado.Todo volvería a ser como antes. Alguien nos sacó la foto.
Después de inmortalizar ese momento, te abracé y de una forma muy extraña, sentía como te desvanecías en mí. Te intenté agarrar más fuerte pero ya no había nada. No se como fue. No lo sé explicar. No quería que me volvieras a dejar sola.
En ese momento me desperté, pero al contrario que otras veces que había soñado contigo y me había sobresaltado, esta vez no fue así. Me levanté muy tranquila y con una gran paz interior. Me sentía tranquila porque me habías dicho que sabías que te quería y que siempre estarías en mi corazón. Ya no me atacarían más esos temores con los que muchas veces me encontraba al pensar que te encontraría en mis sueños. Todo se había solucionado."

Este es mi regalo en el día de tu cumpleaños. Es un pequeño homenaje póstumo que te quiero hacer hoy por haberme brindado tu amistad durante tanto tiempo, por hacerme ver el lado positivo de las cosas y sobre todo, por enseñarme a sonreír.

¡¡¡GRACIAS MARÍA!!!

jueves, 1 de noviembre de 2007

La llegada a la capital

El miércoles en clase, además de las noticias correspondientes, comentamos varios temas, entre ellos la independencia de los hijos del hogar, y por razones que me atañen a mí personalmente, voy a hacer este comentario.
Llegué a Madrid cuando aún tenía 17 años. Mis padres se llevaron un gran disgusto cuando les dije que la carrera que quería estudiar no se estudiaba en Canarias y que me tendría que ir a la península a estudiar. En un principio, mi intención era irme a Granada, pero por una equivocación del orientador del instituto, me vine a Madrid. ¡¡Bendita equivocación!!


Aquel 27 de septiembre del 2002 llegué al aeropuerto de Barajas, con mis maletas y muchas esperanzas en ella de la nueva vida que iba a comenzar aquí. Los primeros días en Madrid fueron algo extraño, me sentía nadie, uno más entre miles de personas paseando por la calle. Eso al principio no me gustaba, viniendo de un pueblo en el que todos te conocen y te saludan por al calle pero poco a poco, le fui cogiendo el gusto a eso de no ser nadie o ser uno más. Tuve suerte de irme a vivir a una residencia universitaria en Plaza de España, en la cual conocí a mucha gente, de los cuales algunos son hoy mis mejores amigos. De un día para otro todo había cambiado: mi familia ya no estaba cerca, mis amigos, el tiempo,...ahora era yo la que tenía que aprender a valerme por mí misma y a pasar los buenos y malos momentos por mí misma. En parte tenía ganas porque no sabía hasta que punto podía ser útil. Estaba acostumbrada a que me lo hicieran todo (lavar, planchar, comida, ...), a no tener ningún tipo de problema, ya que para eso estaban mis padres pero había llegado la hora en la que tenía que demostrar a mi misma y a mis padres como yo era y lo que quería ser. Aquel era un nuevo reto para mí, al que estaba dispuesta a afrontar. Comenzaba mi nueva vida en solitario.
En cuanto a la vida en la facultad estaba bien pero yo no estaba acostumbrada a ciertas cosas que en la vida diaria universitaria eran muy comunes, como estar tirados por los suelos, hacer sentadas en el hall, fumar porros por los pasillos, beber alcohol en la cafetería,... bueno cientos de cosas de las cuales no tenía referencia. Por lo demás, las clases me gustaban bastante aunque siempre estaba agobiada porque el ritmo universitario era mucho más agitado que el del instituto.
Poco a poco me fui acostumbrando e integrando a la vida de la capital y fui diseñando lo que serían las bases de mi actual forma de vida. Aunque nunca se deja de crear esa estructura, ya que por diversas razones siempre se van modificando diversos aspectos de nuestras vidas, en aquel momento tan clave para mí, aprendí a conocerme y a saber lo que quería en la vida, además de formarme profesionalmente.

.A día de hoy y después de lo que llevo vivido, puedo decir que gracias a la equivocación de mi orientador universitario, estoy donde estoy y soy lo que soy Ha sido una gran experiencia que me ha hecho madurar mucho, he crecido como persona y espero hacerlo como profesional el día que comience a trabajar. Ahora cuando mis padres me ven, me dicen que nunca pensaron que yo pudiera llegar a "llevar una casa; hacer la comida, poner lavadoras, limpiar,...y siempre aluden a un dicho muy común en mi tierra: Burro cargado busca camino. Les he demostrado con el paso del tiempo que soy una persona adulta en la que se puede confiar y soy valedora de su confianza.
Es una experiencia que le recomiendo a todo el mundo ya que llegas a ciertos puntos a los que nunca te imaginaste y actúas como nunca creíste. Que salga del nido familiar, que experimente nuevas sensaciones, que se ponga al límite de situaciones, que va a tener q afrontar, y que ya pueden ser buenas o malas, le van a hacer crecer como persona. Todos tenemos miedo de irnos de casa pero la superación de esos miedos es la formación de las personas. Para ser maduro, hay que afrontar esos miedos y nunca mirar para atrás, como dicen algunos, sólo para coger impulso para seguir hacia delante.